19 septiembre 2023

Nudo en la garganta

María, una enfermera de un hospital local, había mantenido en secreto su embarazo durante meses. El estrés y el temor a perder su trabajo la habían llevado a tomar una decisión dolorosa: un aborto. A pesar de lo que había hecho, no pudo evitar sentir un profundo pesar por la elección que había tomado.

Un día, mientras estaba de servicio en la unidad de maternidad, escuchó un llanto desgarrador que llenó los pasillos del hospital. Corrió hacia la fuente del sonido y encontró a una enfermera compañera, Ana, sosteniendo en brazos a un recién nacido que había sido abandonado en la entrada del hospital.

El bebé lloraba inconsolablemente, y María se acercó para ayudar a su colega a calmar al niño. Al mirar al bebé, sintió un nudo en la garganta y un escalofrío recorrió su espalda. La mirada del bebé le recordaba poderosamente a su propio hijo, aquel que nunca llegaría a conocer.

La noticia del bebé abandonado se extendió rápidamente por el hospital, y pronto, todos los que trabajaban en el turno de noche se reunieron para intentar consolar al pequeño. María sostenía al bebé en sus brazos, y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras el llanto del niño la atravesaba como una daga.

Ana, la enfermera que había encontrado al bebé, sugirió que lo llamaran "Ángel", ya que parecía un verdadero milagro. María asintió, pero en su interior, sabía que aquel bebé había llegado a sus vidas de una manera que ella nunca habría imaginado.

Con el tiempo, Ángel fue trasladado a una unidad de cuidados neonatales y María se convirtió en su enfermera asignada. Cada día, cuidaba de él con un amor y una devoción que solo ella conocía. A medida que pasaba el tiempo, María encontró un tipo de consuelo en el cuidado de Ángel, una especie de redención por la decisión que había tomado en el pasado.

El destino de María y Ángel estaba entrelazado de una manera que ninguno de ellos podía comprender por completo. Aunque el dolor de María por su elección nunca desaparecería por completo, el llanto del bebé que ella había abandonado se convirtió en un recordatorio constante de la oportunidad que había perdido y de la segunda oportunidad que había encontrado en el lugar más inesperado: en los brazos de un bebé llamado Ángel.




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