La Universidad de San Antonio de la Sierra albergaba un antiguo edificio de Economía, un lugar donde la academia y el misterio se entrelazaban en las noches oscuras. Los pasillos iluminados por débiles luces revelaban sombras que parecían danzar en las paredes, como fantasmas de estudiantes que habían perdido su camino.
Un estudiante audaz, Mateo, se interesó en los rumores que rodeaban el edificio. Historias de lamentos en el tercer piso, libros que se movían solos y apariciones inexplicables llenaban el aire. Con su lápiz en una mano y su cuaderno en la otra, decidió explorar el enigma que envolvía el lugar.
Una noche, cuando la luna se ocultaba detrás de las nubes, Mateo se aventuró solo en el edificio. El frío le atravesó mientras ascendía las escaleras hacia el tercer piso. Allí, en un aula abandonada, encontró un libro antiguo con extraños jeroglíficos en la portada. Cuando lo abrió, las palabras comenzaron a brillar, y un escalofrío recorrió su espalda. Sin embargo, Mateo no pudo apartar la mirada.
Las palabras en el libro hablaban de un profesor, el Dr. Hernández, que había desaparecido en circunstancias misteriosas hace décadas. Se decía que su espíritu atormentado todavía deambulaba por el edificio. Mateo, con valentía o locura, decidió resolver el enigma y liberar al Dr. Hernández de su tormento.
La investigación de Mateo lo llevó por un laberinto de archivos antiguos y conversaciones con profesores retirados. Descubrió que el Dr. Hernández había estado trabajando en un proyecto secreto relacionado con la economía global. Nadie sabía con certeza qué había ocurrido, pero una sombra se cernía sobre su desaparición.
Una noche, mientras investigaba en su habitación, Mateo sintió una presencia. Giró la cabeza lentamente y vio al Dr. Hernández, una figura vestida con ropas de la década de 1950, de pie junto a su escritorio. Sus ojos, llenos de angustia, se encontraron con los de Mateo.
"Has desenterrado la verdad", susurró el Dr. Hernández. "Necesito tu ayuda para completar mi investigación y encontrar la respuesta que buscaba en vida".
Mateo, con temor pero decidido, asintió. A partir de ese momento, comenzaron a trabajar juntos, el estudiante y el espíritu del profesor, resolviendo los enigmas que habían perseguido al Dr. Hernández.
A medida que avanzaban en su investigación, las luces parpadeaban y los murmullos de voces del más allá llenaban el edificio. Mateo se sumergió en un mundo de lo inexplicable mientras el misterio se desentrañaba. Finalmente, juntos, lograron descifrar el último enigma y liberar el espíritu del Dr. Hernández.
El edificio de Economía nunca volvió a ser el mismo, y Mateo se convirtió en el guardián de su historia paranormal. Su investigación lo llevó a descubrir la verdad detrás de la desaparición del Dr. Hernández, y el edificio se llenó de historias que dejaron huella en la universidad.
En las noches silenciosas, cuando el viento soplaba a través de los pasillos, aún se podía escuchar un susurro: la historia de un estudiante valiente y el enigma del edificio de Economía que desafió la lógica y la razón.
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