En los confines más oscuros y desconocidos del espacio, más allá de cualquier límite que la humanidad haya alcanzado, se escondía un secreto tan tenebroso que ni las estrellas más brillantes podían iluminarlo. En este rincón olvidado de la galaxia, en un pequeño asteroide desgarrado y aparentemente insignificante, habitaba una criatura cuyo origen se perdía en la insondable oscuridad del universo.
Era un monstruo, una bestia que había evolucionado de manera incomprensible, adaptándose a la vida en el espacio profundo. Su cuerpo estaba cubierto de escamas azules que parecían absorber la luz de las estrellas, y tenía garras afiladas como diamantes que destellaban con una malignidad innatural. Pero lo más aterrador de todo era su apetito insaciable por el oro.
Este monstruo, al que los pocos que habían tenido la desgracia de verlo llamaban "El Devorador de Estrellas", vivía para minar el oro que se encontraba en las profundidades de su asteroide. Usando sus garras, arrancaba pedazos de roca y los convertía en lingotes de oro puro. Pero su codicia no conocía límites, y nunca tenía suficiente.Los mineros espaciales que habían llegado a ese remoto rincón del espacio pronto descubrieron que su codicia no era rival para la del monstruo. Cuando intentaron extraer el oro, El Devorador de Estrellas los acechaba en las sombras, esperando el momento adecuado para atacar. Sus víctimas nunca tenían oportunidad de defenderse, ya que sus garras letales los desmembraban en un abrir y cerrar de ojos.
A medida que las historias sobre la criatura se propagaron por la galaxia, los mineros dejaron de aventurarse en el asteroide maldito. Pero la codicia humana no tenía límites, y pronto llegaron aquellos que creían poder enfrentar al monstruo. Trajeron armas y tecnología avanzada, pero todo resultó inútil. El Devorador de Estrellas era más inteligente y astuto de lo que nadie había imaginado.
A medida que más y más naves espaciales desaparecían en las profundidades del espacio, la leyenda del monstruo creció. La gente comenzó a temer su nombre, y las estrellas que antes brillaban con un resplandor acogedor ahora parecían ocultar horrores insondables en su oscuridad.
Pero lo que nadie sabía era que el monstruo tenía un propósito. Había sido enviado por su propio mundo, un planeta moribundo que dependía del oro para sobrevivir. El Devorador de Estrellas era la última esperanza de su especie, y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para salvar a su pueblo, incluso si eso significaba aterrorizar a los intrusos humanos.
La batalla entre el monstruo y los mineros espaciales se prolongó durante años, y el asteroide se convirtió en un campo de batalla sangriento y desolado. Pero al final, la codicia de los humanos resultó ser su perdición. Mientras se peleaban entre ellos por el oro, El Devorador de Estrellas aprovechó la oportunidad y atacó con ferocidad.
Cuando la última nave espacial abandonó el asteroide, el monstruo continuó con su tarea, extrayendo oro para su planeta moribundo. Mientras miraba las estrellas que brillaban en el espacio profundo, se preguntaba si alguna vez encontraría la paz que tanto ansiaba, o si su destino estaba condenado a vagar por el universo para siempre, como un devorador de estrellas solitario y aterrador.
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